Vuelta de Reyes y algo más… 

Los Reyes Magos de La Loma…

Hicimos base en Plaza Moreno. Ahí estaban Luis, Martín y Adrián en su papel secreto de Gaspar, Melchor, y Baltazar; dispuestos a la foto ocasional; a la sonrisa para los locos bajitos.
Dieron unas cuantas vueltas entregando juguetes y golosinas camino al Hogar de Niños Joaquín V. González; el momento que se comparte allí es mágico y difícil de transmitir. Luego de una breve visita al Hogar de Ancianos Paz, los Reyes en bicicleta fueron hasta el Hogar de Niños Rivadavia, donde los esperaban con la ilusión propia de la niñez.
A pocos metros de allí, está el Hogar de ancianos Amanecer. Imposible esquivarlo: están expectantes a esta visita cada 6 de enero. Don Ángel nos recitó un fragmento de Los Reyes Magos, de Héctor Gagliardi. Minutos más tarde, Melchor y un coro de abuelos piolas entonaron un tangazo…

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Luego de esas emociones, los Reyes Magos de La Loma pedalearon hasta la Unidad Sanitaria 42 de Berisso: era todo expectativa.
Los chicos disfrutaron con felicidad, se sacaron fotos, soñaron y tocaron la ilusión, más allá de los regalos, se quedaron con el momento.

Entonces pensé, yo que tuve todo lo que importa, pensé que debo haberla pasado bien siendo niño en Reyes, porque francamente no recuerdo, con exactitud, los regalos. Sé que los hubo y sé que fueron lindos, oportunos, unas veces mejores, otras modestos. Alguna vez tuve un desencanto.
Pero por mucho que piense, no puedo quedarme con uno. Si husmeo en mi memoria, encuentro muñecos de superhéroes, juegos de mesa, ropa, pelotas, libros y alguna bici. También hubo algo artesanal y algo arreglado. Hasta existieron pagarés o vales que alargaban la creencia en Reyes sospechosamente hasta las fechas de cobro, en algunos años inciertos.

Creo que no recuerdo tanto los regalos porque gasté la memoria en los envoltorios. Y no me refiero al papel de regalo, al adorno del moño. Si no más bien a lo demás: a toda aquella magia que envolvía la fecha. A los deseos en plan de cumplirse, a los tres tipos misteriosos, al ritual de los zapatos, a la vigilia detectivesca, con la esperanza de ver al menos un camello volador.

Recuerdo una emoción inagotable y una fascinación que aún hoy me despiertan hechos más sencillos y cotidianos, incluso abstractos: un amanecer, una sonrisa, una melodía, un paisaje o una anécdota bien contada.

Este 6 de enero, los Reyes Magos del Grupo La Loma sembraron algo de eso.

Gonzalo LM