Bavio y Correas

En mi caso Bavio es mucho decir… porque lo cierto es que yo llegué hasta Correas y pegué la vuelta, en esa hermosísima mañana de domingo de mi segunda salida.

Luego del durísimo encuentro con la realidad de años de no andar en bicicleta, y tras el temible escarmiento que me dio Oliden hace unas semanas (tuve que volverme en auto desde el autódromo de Poblet, desvencijada y con la cara manchada de grasa y barro después de la caída tan poco digna que protagonicé en las vías, en fin…), encaro mi segunda salida con la testarudez con que conviene enfrentar los fracasos y los tropezones.

Una mañana preciosa y un grupo que le hace juego. Finalmente, conozco a Luis: amable, cálido, reidor. Sólo verlo, da confianza.

Partimos. Antes de llegar a Arana, algunos compañeros se desvían para ver la carrera, y el resto seguimos. Llegamos a Arana, y tras apenas unos minutos para reagruparnos, continuamos hacia Correas por un senderito precioso junto a las vías. Qué mañana tan linda: el sol, el caminito, el campo todavía húmedo…

Última en el pelotón pero bastante presentada todavía, llegamos a Correas. Mates, bizcochitos y alegres grupetes que se juntan a charlar mientras se van estirando las piernas. Tras la foto de rigor, sigo el consejo sabio de Luis y me despido de los que siguen hacia Bavio. Sin ningún tipo de piedad ni consideración por los que nos volvemos, anticipan que en aquellos pagos se van a comer unos sándwiches de jamón crudo de los que no se empardan. Logran su cometido: nos dejan verdes de envidia…

Encaramos la vuelta, que ya se me hizo un poco más compleja. El cansancio, un poco de viento en contra y la falta de entrenamiento me dejan atrás de nuevo. Luis espera, acompaña, bromea, y hace de ese modo que se avance con más facilidad. Finalmente, vamos llegando a destino.

Y ya en el final de esta sucinta crónica, quiero agradecerte especialmente, Roberto. No sólo porque tuviste la generosidad y la solidaridad de esperarme, hacer punta, taparme el viento y facilitarme así la vuelta, sino también porque, cuando te lo agradecí, me dijiste algo que, además de darme esperanza y aliento, siento que resume el espíritu del grupo: “Dentro de un tiempo, vos vas a hacer lo mismo por alguien que recién empiece”.

Mi segunda salida… Y esta vez, llegué.

Un cariño a todos, Mónica