Bavio, si el clima nos deja y algo mas…

Hola Grupo La Loma!!!

Me llamo Fabiána Martínez y el domingo 21 del corriente mes fue mi primer salida con el grupo. Más allá del desafío que fue salir a pedalear y miedos por lo que era desconocido para mi, me quedo con un bello grupo humano que me acompaño, me enseñó y nunca me dejo sola, ya que llegue última y aclaró que me costó.
Destacó mucho el apoyo porque sentí seguridad con sus palabras de aliento.
Gracias Andrea, Alejandro, Martín y Tucu, excelentes coordinadores y gracias a todos los chicos y chicas que conocí y espero seguir pedaleando juntos muchos kilómetros más.
Un beso y nos volvemos a ver!!!

Fabiána M.

Guillermo nos cuenta……….

El fin de semana pasado no pude salir y ya era demasiado tiempo para quedarme otro domingo en casa así que preparé la bici de todos modos aunque no soy fanático del barro, total el camino a Bavio suele ser soportable después de una lluvia y no era para preocuparse demasiado, además después de tanto encierro y sequía como que un poco de barro se extrañaba.
Fuimos lo más tranquilos por asfalto y al llegar a 132 y 637 algunos se detuvieron para esperar a los que venían más atrás y de paso evaluar si era viable entrar por 132 o seguir por asfalto hasta la 22. Mientras esperábamos pasaron varios grupos, los que volvían nos advertían ¡No entren por ahí!, ¡En Correas vimos a unos que llegaron todos embarrados!, pero claro sus bicis se veían impecables, así que por cada uno que nos daba consejos de no meternos con la bici limpia, más nos daban ganas de ver si era tan complicado, y nos metimos nomás… Al principio era barroso pero se podía andar, luego la cosa se fue ablandando, pegoteando, las bicis cada vez más pesadas, hasta que llegamos a la curva que lleva a las vías que por estar debajo de una arboleda no se había secado nada y era una sopa hermosa donde nos divertimos haciendo lo que se podía, es decir: caminar, patinar, sacar barro y volver a intentar.
El camino por la vía estaba razonable, es decir, cualquier cosa parece razonable después de pasar por donde nos habíamos metido; mi bici tenía varios nidos de hornero formados en las horquillas y los cambios, hasta Alejandro me ayudó a sacar algo de barro porque ya era demasiado y no me veía muy preocupado con un cacharro que ya no rodaba, al llegar al final de la vía me avisó gentilmente que pasara por el lado izquierdo, porque ya alguien se había caído donde se cae todo el mundo con el terreno seco, pero con barro era peor, no alcancé a doblar a la izquierda y encaré para la derecha y como era de esperar, la bajada terminaba en un buen charco de barro que pude esquivar por un pelo y no pegarme un palo.
Luego de Correas seguimos por tierra hacia Bavio buscando la huella apisonada, eran 20 cm de ancho donde se podía andar y el resto era huella descalzada y muy blanda. Por momentos se ponía pesado porque el barro genera mucha fuerza de arrastre, tampoco ayudaban las camionetas que querían ir ellos por la huella, que nosotros nos hagamos a un lado y de paso nos inmolemos de cabeza en algún charco, en fin, con esfuerzo llegamos al distante Bavio, que con el camino pegajoso las pequeñas subidas parecían de alta montaña.
La vuelta resultó completamente diferente, más en bajada, con viento a favor y al parecer el barro se había secado algo más nos hizo llegar a Correas como nada, casi dudando si realmente a la ida habíamos pasado por el mismo lugar.

Guillermo M.