ROBERTO PAYRO Y ALGO MAS…

Con una mezcla de incertidumbre, emoción y mucha ilusión, llegué temprano a la estación de 131 y 44, junto a Memi, mi compañera de buenas experiencias. Y de repente aparecieron ellos, Martín y Andrea, con sonrisas amplias y abrazos contenedores.  Andre me infló la bici y así arrancamos la mejor bicicleteada de mi vida, en la que superé mis propios límites y disfruté cada momento.

Con respeto hacia nosotros y hacia los demás, parando en cada luz roja, esperando a los que les costaba un poquito más y dando apasionados por el camino, llegamos a Correas. Pedalear por las vías rodeadas de vegetación me transportó a un lugar mágico. Ni el camino irregular, ni el viento de frente opacaron la travesía. El sol brillaba tanto como mi sonrisa y con los ojos chinos de alegría y falta de lentes protectores (olvidados) llegamos a Bavio.

Recibiendo consejos y emulando a los ciclistas más avezados, elongué, me hidraté y compartí historias de viajes pasados y de la vida misma.

Con calma, con goce y el corazón palpitando fuerte, sabiendo que ” después del árbol despeluchado ” estaba Payró, pedaleé con más fuerzas que nunca.

Música, fotos, el pulpero y su familia, empanadas, olorcito a asado y tradición nos recibieron. Y luego de una visita guiada rodeada de recuerdos e historia, llegó la gran sorpresa, un acto de amor con forma de pastafrola hecha por Miguel, que no hizo más que reforzar los principios de este gran grupo llamado ” LA LOMA “. Muestra de experiencia y bondad.

A veces siento que gracias es poco, y esta es una de ellas. Gracias Andrea, Martín y a todos los que hicieron posible está gran experiencia.

Alejandra Campos