BARADERO 2023 Y ALGO MAS…

En estos tiempos tan de ojos de celular sucede que se nos pasa por alto algo que anda cerca. La solución es simple: hay que estar atento a los detalles. En sucesivas charlas de lona en tierra, mate y budín que La Loma disfruta domingo a domingo se va gestando un viaje, se imaginan paisajes, se convocan hechos, se proyectan caminos. Luego puede suceder que la realidad sea despareja, que la tormenta persista, que los inconvenientes surjan. Lo cierto es que si la cartografía se trazó con puño firme y latido, no falla. Ahí aparece Baradero, la idea de acampar, Miguel dice que tiene casa y todo empieza a tomar forma. Y digo todo porque el tipo se puso al hombro el viaje y anfitrionó como el mejor.

Viernes, salida nocturna, vista al río, pendiente áspera y tercer tiempo de conversación. Se sumaron Valeria y Cecilia, dos Locas x las bicis que sin conocernos, se pusieron a disposición y compartieron vivencias.
El sábado tocaba la salida larga: Vuelta de Obligado. Salimos temprano con calor a cuestas. ¿Hará falta decir que los caminos de Colonia Suiza eran excelentes? Un camino rural paralelo a la ruta 9 nos acercó a Río Tala. Calmamos la sed y seguimos hasta San Pedro. Almorzamos en una plaza para que Jorge no sintiera que éramos pordioseros en las afueras de un almacén. Los tiempos se ajustaban. Seguimos hasta que el Paraná se angosta. En Vuelta de Obligado pausa, mate, descanso. Ahí, mientras tomábamos unos mates en un desnivel de césped, ocurrió algo que pocos vieron y que no vamos a mencionar acá. Emprendimos la vuelta. La noche sería de fuego y reunión. Los aplausos son para Fileni. Nuestras amigas baraderenses aparecieron con bebidas y un postre de diez. Cerramos la noche.
El domingo diluvió, temporal, todo. En minutos Martín anunció la suspensión. Arrancaron los tranquilos mates. Compartimos almuerzo con Vale, Ceci y Elvira y arrancamos la organización para la vuelta. Pasamos un finde irrepetible y a la vez sabemos que se repetirá. La Plata nos esperaba a cada cual.

Hay una tribu del Canadá que habita los bosques de Nunavut cuyo lenguaje es oral. Pueden expresar en una palabra, en un sonido, el calor, la gratitud, un abrazo, un aroma, un recuerdo y un futuro. La usan para recibir a los visitantes lejanos, para que los huéspedes se sientan a gusto. Estoy seguro que Miguel desconoce esa palabra, sin embargo, si uno pudiese traducir ese concepto a nuestra lengua, sería como él bien dijo:

“Gallo 537. Centro de encuentros, grandes comilonas, grandes asados; un lugar donde no podía faltar la comida (somos italianos), el buen humor, el bullicio de miles de charlas, la alegría de compartir esos momentos. Colchones por doquier, la familia llegaba y en la casa entrábamos todos sin importar cuántos éramos.
Este fin de semana, recuperó esa magia que supo tener, llegó el Grupo La Loma y la casa cobró vida nuevamente. Gracias a todos por permitirme recibirlos en este algo más… ¡Gracias, gracias! Que esté sea el primer Baradero y le sigan muchos más”.

G.L.M