Atalaya sin medialunas

Cuando vi el destino de esta salida ya preparaba la bici! El desafío de mi primera salida de más de 100, el lugar y lo que duraría el paseo (¿?????) me entusiasmaron más que de costumbre.

Primera parada en Bavio a recargar bebidas, que ya a esa altura empezaban a escasear; y la pena de despedirnos de algunos amigos que se volvían a La Plata. Mi primer ataque de risa fue en el baño de la YPF cuando escuchaba que alguien se acordaba de todas las puteadas que puede haber cuando después de renegar para ponerse los guantes se dio cuenta que para refrescarse la cara se los tenía que sacar… Compras en el almacén de la esquina, otros en la YPF, y de ahí, sin escala, hasta Atalaya! El calor se había puesto pesado… apareció el primer lagarto overo, muerto, pero tan grande que era imposible no notarlo en el camino.
Los campos de esta zona están en estado natural, y eso hace que se pueda ver tanto bicherío. De repente, una víbora que cruza el camino, y Moni que le pasa por encima… se ve que no le alcanzó con sapo que reventó en Chascomús… Parecía que no llegábamos nunca… el calor se hacía sentir mucho y ya íbamos boqueando como sapo en lo seco; el Pela, un amigo, siempre me decía que faltaban 10 km… suerte que alguien tiró la posta y estábamos a sólo 3 km de Atalaya!!! Cuando nos faltaban las fuerzas, Fernando nos aliviaba el cansancio cantando “No sé tu” con su voz tenorina, una delicia para nuestros oídos!!! Algunos, de la mano de Marita fueron a buscar el “Parador” donde “habían unas milas espectaculares”… lo que fue espectacular fue la embarrada que se comieron!!! La pobre Sofi llegó con más barro que el aventurero del DiscoveryChanel! Yo CASI caigo en el llamado de la tentación de seguirlos al río, pero cuando Ceci pegó la vuelta (algo le dijo que no los siga…) decidí confiar en la intuición de la Licenciada y me volví. En la vereda de un almacén nos despachamos unas empanadas, papas fritas de Normi, y claro, para bajar todo eso, las rubias y las negras… pensar que yo era abstemio antes de llegar a La Loma… Moni tenía unos riquísimos fideos fríos para convidarnos… preferí no aceptar porque la comida de gallinas me cae mal con el calor… Fin del almuerzo y a ver el río antes de irnos (Diego nos había intimado que a las 14 hs debíamos estar en la estación para volvernos, pero ante el amotinamiento que padeció, aceptó que fuese 14,30). Fotos en el muelle, y una espectacular que saca la cámara de Guillermo en automático de nosotros con la boca abierta en el momento que se caía de la bici la cámara del Pela!!! Ernesto se dio el gusto de sacarse la foto con el Harén Lomense! El regreso, aunque cansados, fue más liviano en cuanto al Sol que se había escondido. Por esas cuestiones de los caminos, una parte del grupo siguió por Arditti y los otros por el camino de ida… igual, los paliceamos y llegamos a Bavio antes que los demás! Otra vez éramos una horda de sedientos tomando todo lo que encontrábamos, helados, agua, lo que sea. Acá vino el origen de este relato; ante mi insistencia que no había mateado en todo el día, y que me resulta IMPOSIBLE sostener esa situación, Diego recurrió a la extorsión, lisa, directa y llana, sin vueltas me dijo “Querés matear? Entonces el relato lo hacés vos!” no me dio muchas opciones… 5 mates y rumbo a Correas. Algo especial tiene esta estación, no sé si el cansancio, la sensación que pronto nos separamos o qué, pero siempre es donde todo se desboca y se dan situaciones increíbles!!! Anita me llevó volando como es su costumbre, hasta que llegamos al asfalto. De ahí cada uno empezó a tomar su camino, en esas despedidas que siempre tratamos de estirar… 44 y 131, ya la bici en el auto y el celular que suena; la providencia siempre provee!!! La última, la coronación de la salida!Ruben me llamaba de la esquina de enfrente para el ritual final, el cuarto de helado, y los quilmeños en la despedida.

Una vez leí que siempre la última salida es la mejor; siempre, siempre se cumple, y la sorpresa nunca termina…

Alejandro