Buchanan a campo abierto

Me llamo Eleonora, tengo 13 años y esta fue mi segunda salida a Buchanan y la novena con el grupo. Tomamos el tren que pasa a las 7:50 por Villa Elisa. Pedaleamos desde la estación de La Plata hasta 44 y 131 (punto de salida). Llegamos casi primeros. Estaba un poco nerviosa, ya que la primera salida que hicimos con el grupo en abril pasado, también fue a Buchanan y casi muero. Pero esta vez tenía la certeza de que iba a ser distinto a pesar de ser la primera salida complicada después de mucho tiempo de salidas más bien cortas. Me acordaba de que mientras pedaleaba agotada el camino de regreso de la primera vez, me había jurado a mi misma no volver a hacerla nunca más en la vida. Pero parece que esos pensamientos no duraron mucho, porque ahí estaba, volviendo a hacer el mismo camino que se había ganado toda mi bronca. La ida estuvo bastante bien, cansadora, pero logre ir adelante sin quedarme muy atrás. Eso me hizo tomar seguridad, ya que la primera vez mi papa, mi mama y yo habíamos sido los tres últimos en llegar a destino.

El camino iba muy bien, bastante simple y rápido, hasta que llegamos a la vía. Ahí fue cuando todo se complicó en serio. Lo único que me acordaba de la vía era el primer tramo semicerrado por el pajonal y lleno de piedras que hacían que pedalear se hiciera el doble de cansador. Me acuerdo que en aquel entonces habíamos tenido que pasar caminando porque las piernas ya no nos daban para eso y ahí fue cuando nos retrasamos todavía mas de lo que ya veníamos. Esta vez lo hicimos mas rápido y en bici! Cuando salimos de esa parte creí que ya no debía faltar tanto. Ahí fue cuando vino lo mas difícil. Andar por el caminito entre vías que además de ser angosto estaba tapado por pasto y cardos que había que esquivar para no clavarse espinas ni pinchar la bici. Subíamos y bajábamos, subíamos y bajábamos de la vía. Cuando andaba por abajo había tanto pajonal que creo que si no hubiesen habido una o dos personas adelante mío no hubiera podido ver por donde pasar, cuando subir o cuando bajar. Además sobre la vía hubo varios pozos que al estar tapados por las plantas no veía. Llegué a la estación de Buchanan agotadísima pero bastante rápido, comparado con mis papás que llegaron varios minutos después. Eso fue para mí un logro. Me tiré en el pasto y no me levanté hasta el momento de la foto grupal. Buchanan es un lugar súper tranquilo y silencioso, lo que es especial después de haberse cansado de esa forma.

El camino de vuelta fue lo segundo más agotador. El camino de tierra a la salida, cansada como estaba, fue de lo peor, ya que me costaba pedalear y además el viento fuerte que venia en contra no me dejaba avanzar. Ahí fue cuando me quede atrás y empecé a desesperarme. Por segunda vez me puse a pensar que era horrible y que nunca mas iba a volver a hacerla etc,etc. Llegamos a la última estación de servicio antes de llegar a la estancia del Rincón. ahí tome agua, comí algo y me moje la cabeza. Desde ese punto hasta llegar a la estancia no me resulto tan difícil mantenerme con el grupo y varié de pensar en que no volvería nunca más, a que en realidad no había sido tan terrible y que con mas entrenamiento no me iba a costar tanto. Después de la estancia del Rincón, nos separamos del grupo para volver a casa.

Creo que a pesar de lo larga, difícil o cansadora que puede ser una salida como Buchanan es una linda experiencia y me sirve para los momentos en los que estoy cansada porque, como dice mi mama, aunque quiera revolear la bicicleta para no seguir pedaleando un minuto mas, no se puede hacer y hay que aprender a manejarlo y seguir para adelante. Agradezco al grupo por el apoyo y la paciencia que nos tienen a los que vamos más lento y nos cansamos rápido.

Eleonora