Buchanan en verano

¡Qué domingo!

Debo reconocer que muy distinto a las salidas habituales… es que como dice Luis, siempre hay “algo más…”, y esta vez, el algo más empezó con él.

Lo esperábamos en el segundo punto de encuentro con un regalo… y la torta, en la vereda, con vela y canto general de Feliz Cumpleaños. Más que eso, fue la alegría que nos haya venido a saludar antes de la salida a Buchanan. Una mañana muy linda, de viento a favor (lo preocupante era pensar que al regreso lo íbamos a tener en contra, y más preocupante aún, por saber que volveríamos con carga de más… pero falta para llegar a esa parte del relato…).

Una sola parte del camino nos dio bastante barro, pero que con un poco de ganas le pasamos por arriba; y el barro nos pasó por encima de nuestras zapatillas, también… Al llegar a la estación abandonada, todo fue de una efectividad asombrosa, una coordinación que marca el grado de gestión al que ha llegado el grupo; no, no se trató del pedaleo, ni el acomodar las bicis o el equipo; nada de eso. En 10 minutos las ramas y troncos crepitaban, la parrilla comunitaria de Buchanan ya estaba al fuego, y Fernando manejando a la perfección cada detalle del almuerzo! Me pregunté varias veces dónde quedaron esos refrigerios frugales de otras épocas… cambia todo cambia… al compás de las brasas, Marian, nuestra guía, ya tenía el mate circulando; chorizos, patis, chipa, bondiolas, y unas cosas verdes que nadie alcanzó a descifrar qué eran, porque además, por más fuego que se le metiera, no cambiaban de estado… suerte que abandoné mi vegetarianismo culpa de los compañeros del grupo… según Rubén, era lo que queda pegado en la máquina después de cortar el pasto; otros, sugirieron otras cuestiones que no vale la pena detallar…

Todo el almuerzo fue bien regado con bebidas de todo tipo, y hasta el hielo se incorporó al equipaje de las bicis. Hay que hacer una mención especial a Guille, que solucionó cuánto desajuste había en cualquier bici; toda la salida estuvo en cada inconveniente que se presentó. Un ejemplo de compañerismo y solidaridad con todos, un lujo tenerlo en el grupo! Para bajar el almuerzo, volvió a correr una nueva ronda de mates, foto grupal, y de regreso, Enrique y Fernando mantuvieron alto el espíritu del grupo desde la salida misma, interpretando temas de la nueva ola, como “Movete, chiquita movete”, “Salta, salta, pequeña langosta”, “Me gusta el mar” y otras delicias musicales. El barro dio en secarse, el viento que tendríamos en contra amainó, así que el regreso fue más que aliviado. El agradecimiento a Marian y la buena onda y paciencia que nos tuvo durante toda la salida. Una guía de lujo!

El final de la salida fue el que ya se ha convertido en ritual; reponer las energías gastadas con cuartos de helado, y otra charla más, de esas que se resisten a la despedida. Cómo cuesta separarse… Pero eso es lo que le da ese gusto tan especial a cada salida, las ganas y la ansiedad esperando la próxima!

Gracias a vos Luis, por todo esto tan maravilloso que sabes crear!

Alejandro del Rosario

Algo más…. Un agradecimiento especial a Marcelo Toscani que ni bien le pedí que lleve al grupo hasta el encuentro con Mariana no dudo en darme un “no hay problema”. Gracias Marce y mil gracias Marianita. Gracias a todos por los momentos tan lindos que me hacen pasar gracias a todos por estar. Un abrazo grande.