Chascomús, sol, lluvia y algo más… 

Como la mayoría sabrá, hace poquito tiempo que comencé a participar en las salidas con el grupo. Y gracias a eso y a Luis, hace poquito también que muchos me conocen en él por ser la colo…

Y ya que estoy aprovecho a contarles también, sin extenderme demasiado, que conocí la existencia de este hermoso grupo de ciclistas por casualidad. Mediante una búsqueda en internet y por cosas del destino encontré la página web del mismo. Al ingresar a ella, pude ver las fotos de las salidas, leer los relatos de los participantes y todo lo que hacían. Inmediatamente, decidí que quería ser parte de todo eso. Me comuniqué con Luis y cuando lo consideré oportuno, asistí a mi primer salida en compañía de una amiga.

Lo que no sabía, en aquel entonces, es que iba a encontrar un grupo mágico, donde la armonía y la buena onda reina constantemente, donde todos ayudan a todos, donde dan contención, donde particularmente paso muchos momentos de felicidad y me siento muy bien.

Es por eso que dos meses después de una seguidilla de salidas, me encuentro aquí para dar mi testimonio del tan esperado viaje con alforjas a Chascomús para vivenciarlo con los que fuimos y para compartirlo con los que no pudieron ir.

Al igual que un niño, pasé casi en vela la noche anterior, debido a la ansiedad que me provocaba saber que a la mañana siguiente, emprendería un viaje de larga distancia en bicicleta y otro poco porque me quedé preparando el equipaje hasta tarde.

Me levanté temprano por la mañana, desayuné y me percaté de que todo estuviera en orden antes de salir.

Pasé por una estación de servicio para inflar las ruedas y me dirigí, con tiempo, hacia el punto de partida, dónde ya se encontraban varios compañeros esperando.

Mientras se aproximaba el momento de salir, los aventureros se iban sumando. Ansiosos, ultimábamos detalles y luego de un mensaje inesperado de Mariano Ruiz, diciendo que iba a llegar un poco más tarde; Luis dió el ok y el grupo otra vez daba comienzo a una nueva aventura.

El pedaleo fue contínuo hasta Poblet donde nos reagrupamos y mientras descansábamos, nos alegramos con la aparición de Marcelo Graf, que se sumó al viaje en ese punto.

Al rato de haber dejado tan concurrido lugar, me doy cuenta que había dejado olvidado uno de mis guantes…

La segunda parada fue en el almacén de Oliden, donde veo a Mariano por primera vez y me entero que había alcanzado al grupo cerca del punto de partida, previo haber solucionado su percance.

Continuamos el andar hacia Ferrari, un lugar encantador, con una pequeña escuelita en medio del campo. Decidimos descansar y aprovisionarnos bajo la sombrita que brindaban tan amablemente los frondosos árboles de en frente. Donde personalmente, entre medio de mates y charlas, me tenté en dormir una linda siestita con el sol haciendome de estufita.

Ya, entrando en sueños… Luis dice: “Vamos!?”…y yo pensé que lo mejor era dejar la idea para otro momento…

En esta oportunidad despedimos a Isa, Pablo y Hermes que retornaron el camino hacia La Plata. En esta ocasión también, recupero mi ansiado guante. De la nada, escucho que Marcelo pregunta, flameando el brazo como bandera: “alguien perdió un guante?”…a lo cual respondí con mucha alegría: “yo!!!” y le agradecí por supuesto el rescate de mi tan preciado objeto perdido…

Desde allí, el tramo siguiente se me hizo un poco largo, sobre todo porque no cargábamos agua desde Oliden. Maylén, Patricio y yo estábamos desquiciados por la sed, más que deshidratados y por el rústico camino (que por cierto necesitaba un poco de agua también). De esta manera, el deseo de llegar lo más pronto posible a Villa del sur, se hacía más intenso.

Por fin allí, recobramos las energías perdidas y luego de “recuperarnos”, partimos rumbo al camping.

El trayecto sobre la costanera fue muy lindo y pintoresco. Las aves que se veían revolotear sobre la laguna, los osados que practicaban deportes acuáticos y las motos último modelo que pasaban a toda velocidad por el pavimento, captaron la atención de más de uno.

Una vez en el camping, luego de hacer la repartición de tierras, plantamos bandera y armamos el campamento. Con ayuda algunos y otros con gran destreza, en poco tiempo convertimos al lugar en una pequeña aldea de buenos vecinos.

Luego de un viaje de ida tan exitoso, de una cantidad de Kms considerable, por caminos rurales; algunos quisimos participar de una mateada mientras descansábamos un poco, otros más inquietos recorrer el lugar y otros darse una ducha “calentita”.

Todo transcurrió tranquilo hacia la noche. Hasta que… llegó el momento de presenciar las anécdotas de Sandra y Ernesto. Escucharlos, nos hizo descostillar de risa a todos los que estábamos presentes, permitiéndonos, afortunadamente, ser partícipes de una velada inolvidable. La pareja explosiva, sin dudas, fue la protagonista de la cena que definitivamente se llevó el premio a la ocurrencia y al buen humor.

Más tarde, en la noche, invitados por el frío y con la panza llenita, decidimos por fin darle un merecido descanso a nuestro cuerpo.

Una vez en la carpa, nuevamente, no pude conciliar el sueño por la emoción de estar en el campamento y por desviar mi atención al sonido tan particular que hacía el viento cuando pasaba entre los árboles.

Por la mañana, muy hábilmente levantamos campamento bajo la lluvia y desayunamos en la confitería muy bien atendída por la señora del lugar.

Otra vez, todos juntos, nos encontrábamos ultimando detalles para retomar el viaje de regreso.

Luego de la foto grupal, despedimos a Marcelo, Juanjo, Ernesto y Nora, que regresaban en auto a La Plata; comenzamos a pedalear a pesar de la lluvia, el frío y el viento que enojado a muchos nos quiso tumbar a la altura de la costanera.

A pesar de las adversidades, la vuelta también fue muy exitosa. Un poco más corta que la ida, por ruta y con viento a favor por suerte.

Una vez más, como era de esperar, pasé un fin de semana espectacular. Llegué a mi casa con una sonrisa en la cara, con la cabeza vacía y con la sensación de haber dado una caricia mi alma.

Muchas gracias a todos!

Mercedes

Agradecimientos : A Luis por ser una persona muy especial y por ser el mentor de este grupo tan hermoso; A los principales que son fundamentales para ayudar a que la esencia se mantenga.

A Mariana que muy amablemente me prestó sus alforjas, a Matías que nuevamente me prestó su carpa y finalmente a Juanjo que me facilitó su impermeable para emprender el viaje de regreso.

Salutaciones muy especiales: A Perla, Maylén, Patricio y Mariano que en esta oportunidad compartí el andar bastante tiempo cerca de ellos y pude conocerlos un poquito más.

Menciones especiales: A los que no se hicieron presente en la salida pero que para mi son pilares fundamentales del grupo también. Ellos son German, Mariana, Daniel, Nestor, Andres y Julio (el pela).

En las salidas largas a todos nos ocurren cosas similares: preparar la bici, el equipo de campamento, la ropa, algún que otro medicamento por las dudas y demás elementos. Esto nos genera una expectativa particular y la ansiedad intranquiliza bastante, sobre todo la noche anterior cuando nos preguntamos ¿puse todo?, ¿me olvido de algo?, ¿a que hora era? ¿y si no me despierto?, ¿nos ayudará el tiempo?. Mentalmente hacemos un repaso de todo y a salir se ha dicho!!!!!

El sábado amaneció muy bueno, de esas mañanas que invitan a pedalear. Llegué al punto de partida unos minutos antes de lo propuesto y ya había unos cuantos en la previa, a la espera del encuentro de los demás participantes del grupo.

La mayoría con todo el equipaje, dando los últimos ajustes para asegurar la carga o completando la presión de las ruedas, otros solo hacían un trayecto del viaje, para volver temprano a La Plata.

Así partió la caravana lomense hacia Poblet, primer pueblo del itinerario planificado. Breve descanso, alguna que otra granolita, revisión del ajuste de la carga y a seguir. Para algunos fue el destino final, ya que regresaron deseándonos lo mejor.

Un corto trayecto por la R.P. N° 36, para desviarnos luego hacia Oliden, donde la parada fue de algunos minutos, sobre todo para reagrupar, encaminándonos luego hacia Ferrari, ansiado paraje para almorzar, los infaltables mates y descansar un rato. En este punto nos dejan Hermes, Isabel y Pablo (Champi), que regresaron a La Plata dando una interesante vuelta.

Ya repuestos, esperaba un largo trayecto hacia Villa del Sur. En la mitad de este segmento debimos cruzar el río Samborombón a través de un viejo puente de hierro, en el que paramos unos minutos para reagrupar y, especialmente, para disfrutar de ese paisaje único, el típico río de llanura con sus caprichosas volteretas y su margen natural que parecen ser extraídos de una postal.

Llegamos a Villa del Sur, descanso de unos minutos, reaprovisionamiento de agua y nos impelimos los veintidós lomenses hacia el último trayecto del derrotero programado para la jornada, finalizando en Chascomús a las 17:20hs.

Si bien los caminos estaban algo desparejos y con bastante traqueteo, debe decirse que el viaje fue excelente, con casi 120 Km recorridos y sin problemas mayores, solo algunas pinchaduras normales.

Al arribar al camping comenzamos a armar las carpas, algunos se alojaron en habitación y la tan esperada ducha reparadora, la que nos ayudó a reponernos de la jornada.

No podía faltar la cervecita helada, obviamente con fines de hidratación, hasta que llegó Jorge con los chori para la cena. Lito, gran parrillero, junto a Andrea se encargaron de asarlos y el resto de devorarlos hasta los piolines.

Choripan va choripan viene, se armó la clásica rueda de amigos en la que nos divertíamos con las ocurrencias de Ernesto, Sandra y Augusto entre otros.

Todo bien, peeeero, fueron 120 Km de pedal. Así que a apoliyar se ha dicho, cada uno en su cucha y a descansar.

Durante la madrugada se levantó un viento intenso, que luego desató en lluvia. Así amaneció y nadie salía de la carpa, hasta que unos valientes como Norma, Silvana y Juanjo hicieron punta y detrás el resto. Desayuno y a preparar la vuelta.

El regreso pintaba complicado, razón por la cual algunos decidieron volver en auto, llamando a familiares o amigos, evitando así una inoportuna gripe.

Pero a las 11:00 de la mañana, los valientes lomenses poniéndole el pecho a la adversidad partimos con destino a La Plata. Uyyyy Dioooos!!! en la que nos metimos!

Afortunadamente Luis advirtió de la posible lluvia, así que fuimos preparados y más que afortunadamente el pronóstico que adelantó Hermes se cumplió y el viento nos acompaño de cola durante toda la marcha.

Lo bueno fue cuando Norma improvisó con una bolsas de nylon comunes y corrientes, unos cubre zapatillas, lo cual fue imitado por Perla y algunos más, evitando la mojadura de los pies, al menos por un rato.

Así partimos. A los pocos metros Silvana se topó con un simpático clavito, con el cual entablo una breve amistad llevándolo en su rueda trasera, razón por la cual hubo que intervenir.

El viento, esta vez podemos llamarlo amigo, nos acompaño muy fuerte de cola durante toda la ruta, veníamos como los bomberos!!!!. La lluvia tampoco aflojó y se encargó de asoparnos sin tregua. Solo una parada en el ACA de Samborombón para tomar algo caliente y pata y pata hasta La Plata.

Fue una salida espectacular. Es cierto que llegamos cansados, mojados, embarrados y tiritando de frió pero ¿quién nos quita lo bailado?

No faltó nada: sol, lluvia, viento en contra, viento a favor, etc., etc….

Tampoco faltaron los ingredientes de siempre que caracterizan al grupo: solidaridad, compañerismo, buena onda, amistad, respeto, la actitud de estar pendientes uno del otro con el único objeto de brindar ayuda o compartir hasta lo más mínimo…

Particularmente no solo quiero agradecerles a Luis y Matías por todo el empeño y dedicación para hacer posible todo esto, sino a todos los que participaron de esta salida y a los que se quedaron deseándonos lo mejor. A todos gracias!!!!

Un fraternal abrazo y hasta la próxima salida!!!

Gustavo Bórmida