Chascomús

MIS ALFORJAS Y YO… Un relato del campamento a Chascomús con “La Loma y Cebad@s”

Bastó que algún experimentado me dijera simplemente que “las noches previas a una salida con alforjas, difícilmente se duerme”, para que efectivamente, no logre pegar un ojo, repasando la lista una y cien veces, armando y desarmando la carga, pensando acaso si mi bici o yo, soportaríamos el desafío. También salí a dar una vueltita manzana la noche anterior, para sentir, sólo por 200 metros, lo que implicaba pedalear con peso. Algunos vecinos no pudieron evitar reírse.

Ningún ciclista me respondía la pregunta “pero es muy difícil?”. A lo sumo, con esfuerzo, logré lo siguiente: “Simplemente subite y pedaleás; listo!”. A partir de aquella expresión, intuí que esto iba a ser algo complicado. Y siendo las 7:45 de una linda mañana del 24/3, empecé a andar hasta el sitio indicado.

Y al cabo de dos cuadras, dilucidé que mi objetivo sería: “te voy a domesticar… te voy a domesticar, bicicleta y la….”. Y descubrí que el problema no vendría por las piernas, sino por la estabilidad, y les comento que casi se me cae la bici dos o tres veces, tratando de subir o bajar de ella.

Nos encontramos casi treinta personas, o más… que partimos aproximadamente a las 8:30 AM. Y como en reunión callejera de perros (salvando las distancias, y disculpando la metáfora, pero no se me ocurre otra…) que se “olfatean y se miran los rabitos antes del saludo”, acá se asomaban y se miraban las alforjas unos a otros. Jaja.

Como siempre, llegamos a Poblet para tomar unos mates en el almacén de Yeya… Yeya o Tita? (no podrían llamarse María y Victoria, por ejemplo, y no complicármela tanto? Bue, no importa).

Algunos volvían a La Plata, otros seguían hasta Oliden para regresar en el día. Y allí llegamos a la vieja panadería, para hacer un pequeño descanso, picadita incluida. Pudimos disfrutar de la buena compañía de los compañeros que nos daban ánimo, despidiéndonos con abrazos y palabras de aliento, como los padres que despiden a sus hijos camino a Bariloche en viaje de egresados… Algunos pensaban “por qué no habré idoooo, la próxima será” (aviso que varios prometieron organizarse para un próximo campamento). Mientras tanto, “Chascomú, Chascomú, nos vamoa Chascomú…” cantaba mi cabecita en su voz interior…

A continuación, almacén de Vergara, que según dichos del mismo dueño, y una inscripción que también lo constata (aunque a Vergara lo escribían con “B”) data del año 1916. Ya quedábamos aproximadamente 19, que nos juntamos un rato a descansar y recargar líquidos, ya que hacía bastante calor.

Al rato, llegó el ansiado almuerzo en Ferrari, que nos permitió volver a arrancar con fuerza hasta Chascomús, a donde llegamos cerca de las cinco de la tarde (con una pequeñísima pero pequeñísima ayuda del GPS). El camping La Puerta nos recibió cordialmente, y pudimos disfrutar de las instalaciones sin inconvenientes. Y procedimos a desensillar y armar campamento.

Cumplo en informarles en qué consistió el criterio de selección de la parcela a utilizar para el armado de las carpas por parte de algunos cebados y lomenses con más experiencia y conocimiento de causa. Es simple, tomen nota: “bien lejos de X, que ronca como la……”. Y así fue.

Una bolsita colgada de cada cuernito de la bici, y no tardaron en llegar las facturas. No me pregunten de dónde salieron, ni cuándo llegaron, pero de golpe había mate listo, ronda armada más rápido que en jardín de infantes para una clase de música, algún casco todavía puesto, y no tuvieron problema en comerse hasta 7 al hilo (algunos, claro…).

Disculpen, pero esta vez los justifico: 120 km señoras y señores, por tierra, con piedritas, serruchitos, con 20 kg o más de carga aproximada, durante casi nueve horas de pedaleo. Incluso por momentos, se confundía algún grito de alerta, porque había “todo” al mismo tiempo: “pozo, agua, vidrio, auto, piedra!!!!!!!”.

Algunos tuvimos nuestra primera experiencia con alforjas. Estos cebados me vienen bautizando desde hace un tiempo ya: “Mis primeros cien km”, “Mi primer amanecer pedaleando”, “Mi primera embarrada y empantanada con mayúsculas”, “Mi primer salida con alforjas”. Qué seguirá???

Ya que estamos, les cuento que también obtuve “Mi primer pequeño diccionario ilustrado del cicloturista”, a cargo de Ernesto, especialista en utilizar palabras apropiadas para describir a la perfección determinadas experiencias del cicloturista argentino. (Jaja, qué grande, mejor no se podría explicar, ustedes me entienden!!!).

Y en lo que restó del día, no faltó el mate, la buena charla, el llamado telefónico a la patrona (y al capitán, claro). Y por supuesto, no podía dejar de estar la master class sobre tamaño, estructura, forma y resistencia de la tan ansiada….. “carpa”. Sí! Hubo quienes la estrenaban. Otros no la abrían desde el cruce de los Andes (pero del 2009…). Otros la dejaron maso maso desde el campamento de La Lomita (che, un trapito por lo menos…). Alguna que otra “condensó”, según me explicaron para mala suerte del flamante dueño, y alguien que conozco bien, tuvo la fortuna de ir acompañada de su hermana, que para su pesar, “literalmente su PESAR”, debió llevar prácticamente toda la carga ida y vuelta, limpiar, desarmar, embalar. Jaja. Y me animo a decir que soy yo, que pude sobrevivir a la noche de carpa con mi hermanuchi del alma, abriendo y cerrando bolsitas gran parte de la noche, cuyo ruido (que precisamente no era una canción de cuna) retumbó hasta las aguas de la laguna… pero de Epulafquen.

Con algunas dificultades para conciliar el sueño, pude contactar con la oveja número mil hasta lograr dormirme. Hasta que…. otra voz, como aquella vez en algún otro relato… se hizo oír dentro de mi carpa. “Las bicis, se llevan las bicis!!!!!”. Yo creo que Laura soñó, porque me despertó, abrió la carpa, salió y constató que felizmente todo estaba en su lugar (ella después durmió, claro está, jaja).

Según dicen los Lomenses experimentados, haber sido invitada e incorporada por mi hermana al grupo, me condena a ser su esclava de por vida. Estoy evaluando aún los costos y beneficios que ello conlleva para mi salud, pero creo que por la bici lo haré sin dudas, y por todo lo que la quiero también, pero la próxima, juro que la carpa la lleva, arma, desarma, limpia y guarda ella!!! Fuera de broma, gracias por todo Lau, por hacerme parte de este grupo de gente tan linda!!! (y lo que escribí acerca de mi juramento, también es fuera de broma).

Brevemente, se sucedieron rápidamente: la colecta de dinero, los mandados, la carnicería, la bebida y finalmente el asado, hecho por el auténtico Marcelo. Aplausos!!!!!

Y para cuando las últimas energías comenzaban a escabullirse como arena entre los dedos, pudimos contemplar un ratito de aquella imponente noche, que se hizo lugar trayendo un cielo profundo, mágicamente iluminado por cientos de estrellas, en un marco de tranquilidad, buena compañía y calidez.

Nuevamente otro paréntesis para felicitar a Laurita, que luego de 35 años, pudo volver a jugar sin culpa ni represiones, “a la cocinita”, estrenando felizmente su marmita impecable, sacando y guardando cacharritos una y otra vez (pasando el trapito mil veces), muy bonitos por cierto (yo quiero también), regalo buenísimo de su marido Fernando.

Les cuento que no hubo fogón, que no cantamos “Seminare”, y que simplemente cada uno se dispuso a recuperar fuerzas para la pedaleada del día siguiente. Alguno que otro pidió quorum para salir a dar una vuelta, pero no logró más que cinco ciclistas hechos percha sentados un ratito charlando con matecito de por medio.

Preguntita: qué pachó con la prometida “nocturna alrededor de la laguna?”. Yo ya había avisado que una vez que me bajaba de la bici, no me subía hasta el día siguiente… pero otros?

Bueno, pensando en ustedes, y un poco más también, me crucé a la laguna. Acá les dejo fotos, al menos para que “les crean” que fueron para allá (de lo contrario, el campamento a la laguna de Chascomús, pasará a ser tan sólo “chasco”).

Y es así, que se presentó Bella, Solitaria, Calma, aquella gran gota de agua, que por suerte, me brindó un hermoso espectáculo cuando tocó amanecer. Lamento que luego de tan cuidadoso preparativo (producto también de mi “no poder dormir más”, a partir del grito feroz de Laurita), calentando el agua, buscando yerba, bizcochitos y demás…. comprobara para mi desgracia que la bombilla no servía más…. Noooo!!!! Bueno, la usé igual (aunque ello implicara tragar yerba, mucha yerba).

Finalmente el día se abrió paso, y el momento del retorno llegó. Repletos de fuerza, con un amanecer bastante tardío (ya que salimos como a las diez y media!!) y un poco más livianos, después de una linda linda experiencia… vuelta al hogar.

Contentos, tranquilos y con una gran sensación de satisfacción que siempre aparece cuando un desafío por cumplir se alcanza, y por sobre todo, con la completa seguridad de haber hecho algo lindo, sano, divertido, y reconfortante, pero por sobre todo con buena gente… nos permitimos volver a casa, siendo un “poquito mejores, y más felices”.

Gracias por todo, amigos de La Loma, amigos Cebad@s, gracias por tanta energía!

Hasta la próxima.

Virginia