Despedida de año en El Rincón

Llegamos al lugar de encuentro, diez minutos más tarde de lo acordado, Barbi (mi novia), Lauti (mi hermano) y quien escribe (Nahuel). Fue una grata sorpresa para todos verlo a Luis reincorporado, que nos puso de muy buen humor.

Partimos entonces en ese estado, además de los mencionados, Ernesto, Gustavo, Nicolás y Marcelo. Creo que fue apenas bajé el cordón de la rambla de 32 y 25 cuando rompí el termo que llevaba en la parrilla, aunque me di cuenta diez cuadras después por el hilo de agua que chorreaba. Esa fue nuestra primera y cortísima parada. Después en 501 se incorporaron Matías, Luis el Pela y Darío a la bicicleteada a pesar del calor sofocante que calentaba nuestros asientos, cascos, y sobre todo nuestras caramañolas.

No me pregunten por qué camino fuimos, ni tampoco el lugar exacto donde paramos a tomar mate. Yo me dejo llevar. Solo sé que era lindo, había mucho silencio, un chalet y muchos bichos. A pesar de estos últimos pudimos disfrutar de unos ricos amargos y de algunas anécdotas bajo la sombra de unos árboles.

La vuelta fue lenta, ya que tuvimos varias interrupciones: hubo un pinchazo de Matías, dos o tres paradas a buscar agua (la de nuestras caramañolas en seguida se ponían como para hacerse un tecito) y una parada a brindar por el nuevo año que se viene, en la que Barbi y Lauti quedaron empapados por ser los nuevos. ¡¡¡JE JE!!! Mi hermano, que tiene once años, a pesar de habérsela bancado re bien, en el último trecho se cansaba (el calor frenaba bastante), así que yo lo empujaba hasta quedar adelante, nos volvían a pasar, lo volvía a empujar y así sucesivamente.

Por fin llegamos, con la lengua afuera, pasado el mediodía hora pos 30, nos deseamos felicidades, y partimos cada uno para su lugar.

Nahuel