El Cumple de Roberto y algo más…

Nos vemos la próxima

La invitación decia “el cumple de Roberto”.
¡Un cumple! buena excusa para salir a pedalear… 100 km decía, nunca hice esa distancia, pero estaba motivado para recorrerlos….
Pero llovió hace horas…. ¿como estará el camino? ¿habrá barro? 9.03 en plaza Moreno, fresquito, neblina… está feo, ¿se pedaleará igual?… veremos que dicen los guías…
No conocía a nadie, y me encontré con gente muy amena! como si la bicicleta rompiera esa barrera que nos distancia a las personas, la aceptación y bienvenida estaba por encima de cualquier prejuicio. “Genial”, dije. Acá hay compañerismo, no importa lo que recorramos, el día estaba ganado.

Entre bromas esperamos a los que llegaban atrasados… no soy muy bueno con los nombres, pero ¡cada uno se hará cargo de las anécdotas vividas! 🤫 …”fulano viene de la joda, mengano “si viene con hambre va a llegar aunque haya barro” decían… es divertido escuchar como se bromea en este grupo…

El coordinador del grupo avisa q el cumpleaños se suspendió, nos proponemos a realizar igual el camino, cumpleaños o no el cielo se estaba despejando y no invitaba a pedalear… salimos 9.20. 16 personas, un grupo grande, atravesamos la ciudad, asfalto… no parece tan difícil…

Pasamos por el aeródromo, ¿y ahora? ¿tierra o seguimos por asfalto? Decían que lo mas probable es que haya demasiado barro así que encaramos por asfalto hasta Correas, ritmo tranqui pero constante… la ciudad se perdía, la ruta estaba cada vez mas despejada… un buen momento para hacer sociales…
Llegamos a Correas, se suman una compañera y un compañero… “Te quedaste dormido” “Así cualquiera llega a Correas” gritaban… entre risas comimos algo de fruta, frutos secos… todo se comparte, buena gente…

Nos preparamos que arrancaba el barro… hasta Bavio tranqui, una calzada bastante consolidada, si se mantenía así llegaríamos sin problema.
Bavio, otra parada… vuelve la banana y el powerade a circular en el grupo… nos encontramos con otros grupos de ciclistas: ¡parece que todos se conocen! todo el mundo se saluda… “que agradables sujetos”.

Desde que salimos de Bavio el camino se tornó bastante complicado, barro… grava que frenaba el ritmo, el camino nos desafiaba… flaquear no era una opción…. el ritmo podía bajar, pero el objetivo de llegar al destino no se perdió en ningún momento…

Barro y más barro… ¿cuánto faltará? Como que nos empezó a dar hambre… y mucha…. eso nos motivó a seguir pedaleando…. ya falta poco, choris, bondiolas y empanadas nos esperaban… “Detrás del último árbol en el horizonte, de ahí serán 3 km más”… ya se sentía el olor a comida…. o quizá simplemente alucinaba…. más rápido, ya falta poco…

¡Llegamos, Roberto Payró! Una vieja estación, muy pintoresca, aunque no tanto como la pulpería en donde paramos. ¡Guau! No conocía un almacén de campo. Una construcción de ladrillos, qué buen lugar, cuánta historia; y las personas que nos atendieron, ¡tan sencillas! Qué hermosa vida la de estos parajes… tanta tranquilidad, te hace odiar la ciudad…

Lo prometido: ¡empanadas, bondiolas y choris para chuparse los dedos! Acompañados con cerveza, elixir que no podía faltar! 😋… hubo gente que llevó vianda de arroz y verduras, se escuchó comida vegana por atrás…
Comimos en una mesa larga como una gran familia… todo normal hasta que alguien apareció con un vaso de grapa de caña, todos rieron “es para mi tos” excusó el dueño del vaso de esa bebida milagrosa… 🤤.
Papitas, maní, tarta de membrillo, de batata, de dulce de leche y el típico mate para acompañar, todos sacaban algo de sus alforjas para compartir. Pero alguien no sacó comida… atornillador, lubricante, una parrilla de bici, se armó un minitaller en medio del campo… una hora compartiendo mates con el ruido del atornillador inalámbrico detrás… 🤣… algunos dormimos unos minutos, la tarde ameritaba una siesta… pipones de todo lo que comimos…

Foto grupal y a encarar la vuelta… aunque el cuerpo quería seguir durmiendo, costó mucho arrancar. Sol de frente, viento en contra… parece que nos va a costar. Despacito…. como ese famoso tema… así arrancamos. El Sol había secado un poco los caminos, era algo… pero el viento compensaba el grado de dificultad.
Hasta Bavio no paramos, cuando llegamos nos desparramamos en los asientos… parecía que no queríamos más, parecía una tortura…. bebida isotónica para reponer sales… otra vez la banana loca dando vueltas… ja… todo se comparte. Nos costó levantarnos, pero el Sol se empezaba a ocultar, solo había una forma de volver, pedaleando…. de Bavio a Correas me saqué las ganas de tomar velocidad en esos caminos, con uno de los compañeros no le dimos tregua… si vamos a cansarnos, pedaleando era una buena idea. En Correa paramos, bizcochitos y mate: irresistibles. “Necesito harina!” se escuchó de alguien que supuestamente estaba dejándolas… y si, a esa hora, con el cansancio ¿quien rechazaría los bizcochitos?

Volvimos por unas vías abandonadas…. lindo sendero… prendimos luces, estábamos entrando al asfalto de la ciudad.

Despacito… (otra vez, pero esta vez no por el cansancio sino por seguridad) encaramos por las bicisendas… falta alguien…. Pinchó, un clavo el responsable, paramos, nada de otro mundo… cuando hay un problema, la solidaridad se hace presente, todo se arregla.

Continuamos ya en la ciudad, está oscuro… de a poco cada uno toma un rumbo diferente, saludo va y viene. Habíamos llegado al casco “nos vemos la próxima”,  gritamos.

Una satisfacción de haberlo logrado… gracias La Loma, gracias a ustedes chic@s:

NOS VEMOS LA PRÓXIMA

René Vasquéz