Estación Buchanan

Hoy es hoy

Hoy, domingo 14 de Octubre arranqué el día con mucha expectativa, sabiendo que por delante tenía una pedaleada hacia un lugar nuevo, desconocido, lejano… cuando me pasa a buscar Joaco (mi amigo y compañero de bicicleteadas) terminamos de acomodar las cosas que íbamos a llevar y la sensación de que algo grande se venía me tenía algo acelerado pero feliz.

A eso de las 8:50 salimos de casa y nos encontramos con el grupo que estaba en la esquina del Estadio Único y entre saludos y acomodos ya nos dispusimos a andar previa pasada por la 2ª parada a buscar otra parte de los cicloturistas. Hasta ahí nada nuevo salvo la cantidad de gente en bici, pero cuando unos kilómetros más adelante nos detuvimos y éramos dieciséis ya empezaba a tener otro color. La cosa es que en el camino conocí a Fernando (alias “Duracel” jaja) que gracias a sus concejos puse mi asiento a la altura adecuada, luego a Mariana (la guía), que en un momento en que Joaco se alejaba tuvimos que acelerar un poco para alcanzarlo porque se iba y en esa corrida tuve que “pasar a nafta” a mi bici para alcanzarla, y a otras personas con mucha buena onda con las cuales íbamos recorriendo kilómetros.

Cuando llegamos a la estación de Buchanan disfrutamos de unos ricos mates con todo tipo de bizcochos, galletitas, masitas, grisines, etc, etc, etc, que amainaron “la lija” y esto se dio en un entorno de campo, pájaros y vacas, que hicieron un marco muy bonito para el almuerzo.

En el transcurso del viaje tuve tiempo de reflexionar un poco sobre la belleza que nos rodea en La Plata y de lo lindo que es poder encontrar gente que comparta el gusto por el aire libre, la naturaleza y la bicicleta, glorioso invento que permite que se disfruten lugares y situaciones que de otra manera no sería lo mismo. Es lindo estar haciendo una actividad rodeado de gente con buena onda y pilas, factores importantes al momento de pasarla bien…o mal.

Cuando emprendimos la vuelta ya el cansancio se hizo presente y no abundaban tanto los diálogos “bici a bici”… jaja pero por suerte pudimos volver enteros todos, superar bajones de presión con mareo, pinchaduras, calor y perros (ese rottweiler de la ida nos tuvo a todos con el corazón en la mano). Una pasadita por el parque Ecológico nos permitió un plus de relax a la sombra de unas acacias, mate por medio, y luego ya sí el regreso a nuestros destinos finales a un ritmo “sin prisa pero sin pausa” que nos trajo a la ciudad nuevamente.

Me queda agradecer nuevamente a Fernando por la ayuda con el parche de mi bici, a “las chicas” (que no recuerdo sus nombres) por las masitas en la lagunita del ecológico y también a Mariana por la energía y buena onda con la que nos llevó y nos trajo.

En fin, una experiencia altamente recomendable para todo aquél/aquella que se proponga algo tan simple como disfrutar de la naturaleza viajando en una bici…!

Augusto T.