Día de la Bandera en Estancia Chica

Relato de Pela

Como todos los domingos, ahí estamos, en 44 y 131, esperando el momento del comienzo.

Alguien pincha antes de salir y, como siempre ocurre, aparece el que da una mano a los inconvenientes.

En eso, se aparece Lili repartiendo cintas celestes y blancas en conmemoración al día de la fecha. Al “al gran jefe” le surge un imprevisto y no puede guiarnos, por lo que Norma, toma la posta indicando que es hora de partir.

En calle 68, nos espera la otra parte del grupo y comenzamos a pedalear, en una fría mañana, del último día de otoño.

Ya en el destino, La Estancia, que por razones de pudor estudiantil no mencionaré, nos recibe con sus ocres de las hojas que van dejando desnudos los árboles que se preparan para el invierno y permitirnos, de este modo, que el sol se intercale entre sus flacos brazos.

Los primos fanas, se sacan fotos entre los carteles y emblemas del club, mientras el resto se encamina a donde haremos nuestro último picnic otoñal del año.

El lugar elegido: una frondosa alfombra de hojas, que provocaba, al caminar, ese ruidito típico de pies sobre ellas, recordándome aquellos lejanos tiempos de infancia, cuando me entretenía jugando, mientras caminaba rumbo a la escuela.

Allí, comenzó a aparecer la mercadería, entre panes rellenos, tartas, saladas, dulces, embutidos de toda marca y color y el apetito del frio que invitaba a comer por sobre lo que habíamos consumido en la pedaleada.

Una vez satisfechos nuestros paladares, comenzó el juego, cual niños de otrora, haciendo volar hojas por sobre nuestras cabezas y tratando de atraparlas al caer.

También, estuvo el “juego sucio” de nuestras compañeras niñas que, nos sorprendieron en nuestra pose de foto futbolera, provocando una caída con destino de suelo…

Ellas hasta hoy, están contentas, pero sepan que la traición se paga con traición y la venganza, será terrible jeeee..

Los juegos y la calidez de la tarde invitaban a quedarse, pero, como siempre ocurre debemos superar el deseo de quedarnos y emprender nuevamente el regreso.

La foto grupal es testigo que, una vez más, juntos, festejamos nuestro día de la Bandera y la alegría se dibujaba en cada uno de nosotros.

Pero, aún faltaban emociones antes de terminar la salida: nos esperaba, el temido “arroyo Rodríguez” con su espectacular caudal de cristalinas aguas, que solo Guillermo y Marcelo, se animaron a cruzarlo como se debe, a puro pedal. Debo confesar que grande fue mi desilusión, al no poder dejar estampado para el recuerdo, aquella fotografía que sea testigo de alguna caída, ya que cada uno fue superando el obstáculo, como pudo, con el pie en el agua o arriba de la bici, pero nadie aterrizó, como era mi deseo…

Luego de este obligado reagrupamiento, emprendimos el camino que nos llevaría hacia nuestras casas, con la satisfacción de haber disfrutado otro día más a puro pedal, diversión y la compañía de los amigos que compartimos esta misma pasión.

Siempre sucede lo mismo, nunca hay una salida igual a la otra, cada una tiene su ingrediente que la distingue, cada una nos deja un recuerdo que en poco tiempo se transformará en anécdota y en inspiración de nuevas experiencias por vivir.

Esta vez, fue la salida de las hojas ocres y la diversión que de ellas supimos generar. Abrazo y será hasta la próxima.

Luis, “el Pela”