La Balandra

MI PRIMER RELATO Y MI PRIMERA SALIDA CON MAYÚSCULAS.

Mientras me dirigía a 131 y 44 por la circunvalación, ya tenía un presentimiento que me iba a tocar escribir sobre la salida y no me equivoqué.

Llegué primero al punto de encuentro, con 15 minutos adelantados de la hora prevista. Al rato llegó Pablo y nos pusimos a charlar, mientras esperábamos ansiosos por salir. A las 9 en punto hace su aparición en escena Luis con cara de dormido y nos cuenta sus inconvenientes para levantarse, después que sumamos un par de integrantes, arrancamos.

Tomamos la 137 hasta al fondo a muy buen ritmo ya que estábamos frescos… nos chocamos a Matías y al resto del grupo, que se habían juntado en el segundo punto de encuentro y arrancaron para cruzarnos en el camino.

Empezamos siendo 13 ciclistas pero al regreso solamente conté 11… (Abro paréntesis en este momento ya que si bien están muy místicos y cabaleros por la próxima salida nocturna, esta vez el número 13 no nos influyó demasiado.)

Al terminar el asfalto y meternos en los caminos rurales, el viento hizo pesar su presencia. Más allá que doblábamos para un lado y para el otro siempre nos acompañó.

Si fueron detallistas… Luis no está en la foto*, pero no porque no haya llegado corriendo a posar con todos después de apretar el botoncito, sino que en una bifurcación, él y un escolta, regresaron para llegar temprano a La Plata. Continuamos el resto del grupo junto con el viento, por supuesto, hasta que por fin llegamos a la ruta donde hicimos una parada para reagruparnos.

Los últimos 10 Km. se me hicieron bastante duros, pero buscando reparo y sabiendo que cada vez faltaba menos, pude llegar a La Balandra. Ahí, hicimos un pequeño almuerzo, sacamos la foto característica del grupo (no íbamos a andar rompiendo tradiciones) y regresamos por la ruta hasta encontrarnos con la avenida Montevideo.

A pesar de los caramelos que me tragué y los músculos que fui dejando por el camino… lo último que recuerdo, es que cuando abrí los ojos, ya nos encontrábamos en el Puerto.

Nos despedimos en el Bosque y de lo que estoy cien por ciento seguro, es que nos fuimos cada uno para su casa en el juego de cambio 2-3, suavecito, suavecito…

Un abrazo grande para todos y ¡Nos vemos en la próxima salida!

Rulo