Buchanan en Otoño

Cuenta Liliana: 

La mañana del domingo no se presentó agradable, hasta parecía que llovería de un momento a otro, pero por suerte se fue disipando y finalmente nos acompañó el sol durante toda la jornada.

El punto de encuentro; 44 y 131. Destino; Buchanan. Tomamos la calle 42 hasta 173, pasando por un rudimentario puentecito, donde despertamos a los perros y algún que otro vecino, con las risas y la charla que se generó al tener que cruzarlo.

Continuamos por el camino que lleva a Colonia Urquiza, la zona ofrece paisajes de invernáculos y sembradíos. Cruzamos la ruta 36 a la altura de El Peligro, y por una perpendicular a ésta aparecimos en ruta 2, allí quienes no tenían almuerzo compraron sus provisiones y seguimos rumbo a nuestro destino.

Al llegar a Buchanan nos instalamos en unos troncos dispuestos en forma de ronda, donde tomamos mate, almorzamos, escuchamos recetas, anécdotas de viajes, nos sacamos fotos, algunos subimos a la edificación que tiempo atrás funcionaba como estación de trenes. Algunos compañeros ayudaron a poner bicis en condiciones. Luego de tomar la foto grupal, abandonamos el descanso y a pedalear nuevamente.

Regresamos por las vías, en un tramo nos encontrábamos en cercanías del autodromo Mouras. En ruta 36 y calle 500 aprox nos reagrupamos y continuamos hacia Abasto. Tomamos una calle bastante extensa con árboles de gran altura, por ésta calle nunca había pasado, me encantó!! Circulamos por 515 hasta 208, tomamos la 520 y desde Melchor Romero en adelante cada uno iba poniendo el ritmo al que fue el último tramo de la salida.

En todo momento estuvo presente el buen humor, la buena onda, las ganas de compartir un día muy bonito. Disfruté muchísimo la salida.

¡Hasta pronto!

Liliana Canziani


Cuenta Virginia

Llegó el domingo. Costó un poquito levantarse, pero le gané a mi mente que insistía con sus argumentos para que me quede en la cama “me merezco un descanso, parece que está nublado, seguro llueve, no sé si va alguien que conozca y van a ir rápido”.

Sin embargo, mi mente también me decía “esta semana casi no pedaleaste y anoche te comiste todo, cuando se entere la nutricionista!” Así que, lista para sumar kilómetros a mi odómetro, estuve en 31 y 44 a las 8:45hs.

La primera hora de camino, y como para que arrepiéntame de haber salido, pedaleamos con la niebla que se pegaba en los lentes y humedecía la ropa – y yo no me quería poner mi rompevientos porque es muy feo-. Por suerte, en El Rincón el sol comenzó a acompañarnos.

Cruzando la Ruta 2, y mientras algunos se abastecían en el último almacén del camino, devoramos las barritas de cereal caseras de Miriam. Llegando a Buchanan, comencé a sentir un poquito pesada la bici, pero lo primero es la comida! Salvada de un almuerzo sin sal, gracias a la mayonesa de Claudia, todos escuchamos atentos la receta de pan de Daniel, y discutimos las nuevas categorías para los premios de este año. Después de la consabida foto grupal, para la que Lili nos hizo posar como 3 veces hasta que aprendió a usar el automático, descubrí una pinchadura en la rueda trasera. Con la ayuda del equipo, – si bien sé cambiar la cámara, cuando puedo aprovecho- pudimos sacar la rueda que estaba fuertemente apretada. El pinchazo resultó una rajadura de 5 centímetros en una cámara que tenía como 4 parches! Luego de algunas opiniones controvertidas sobre mis alforjitas artesanales, inflamos y emprendimos la vuelta.

El relato podría haber terminado en el párrafo anterior, pero mientras circulábamos por la vía férrea – territorio tomado por cardos y mosquitos- se enredó una rama en el piñón y empezaron a saltar los cambios. Cuando me detuve a arreglarlo, con lo que lleva – generar que todo el resto espere detrás de mi- descubro que … se volvió a pinchar la de atrás, en menos de 20 minutos! Sin pensarlo demasiado, decidí no cambiarla, se inflaría indefinidamente hasta llegar a La Plata. Como si se tratase de un ejercicio para equilibrar el uso de los músculos, en total, y gracias a la ayuda de todos -principalmente de Néstor que en cada parada se tomaba la molestia- la inflamos 6 veces, en 30km.

A pesar de las dudas y contratiempos, nunca me arrepiento de salir a pasear con La Loma.

Virginia Guaraglia