Otoño en Buchanan

Mi paseo en bici arranca entresemana, cuando entro al face a buscar la salida y cuál será el destino.

Preparar la mochila, chequear la bici, que está esperando por salir, y a pedalear al punto de encuentro.

Una hora de pedalear en soledad me separa del grupo.

Hoy, con frío, pensando si vale la pena y por qué no me habré quedado en la cama con el resto de la familia. Y luego, es mágico al divisarlos a la distancia, como la alegría del encuentro me llena de energías y ganas para emprender una salida que no sé nunca cómo será.

Cada inicio es una aventura. Cada compañero que se pone a la par. Una cruzada de mirada, una sonrisa. Un cómo estás, no te vi la semana pasada. Mientras avanzamos. Pedalear en silencio, disfrutando el respirar aire puro, el Sol en estos días otoñales. Pausas para agruparnos.

El Camino de las Casuarinas merece un párrafo aparte… ¡qué lugar hermoso!

Conozco el nombre de pocos. No importa edad, sexo, profesión, bicicleta. De hecho, ni se habla de ocupaciones o problemas. Es pasear… Seguimos porque el último avisa de que estamos todos hasta la siguiente pausa.

Hoy en la estación de servicio donde aprovechamos el uso de las instalaciones sabiendo que más adelante no habría oferta de almacén ni el tan preciado baño convencional, fue otro punto de encuentro. Entre mate, foto, y charla, sin darnos cuenta estábamos cerca del destino.

Un sendero excelente, por una vía abandonada. Un tanto complicada al principio, pensé que debería aprender a la fuerza a reparar una rueda pero hoy no fue ese día. Bajar de la bici, subir, hacer equilibrio en ese puente que esta en la inmensidad de la nada. Qué paz… No sé si vieron dos lechucitas o búhos (para mí lo mismo) en medio del campo. Un aplauso a la mamá que cruzó el puente con el carrito y sus 1000 energías. Sin darme cuenta, habíamos llegado.

La vuelta tiene el sabor de vuelta, de que se va terminando.

Tranquilos, con el mismo compañerismo que caracteriza al grupo. Quizás para quienes hace mucho forman parte de él, no se dan cuenta de algunos valores muy presentes en ustedes y un poco olvidados en la sociedad que vivimos. Solidarios, amigos, dispuestos a compartir. ¡Siempre atentos!

Hoy no llegué a La Plata con todos. Nos abrimos para el lado de Villa Elisa. Dejamos a la familia con la niña cansada, y seguimos con Lila y Roberto. A él le hice una visita guiada por el parque ecológico para separarnos con un beso y llegar a mi casa feliz con el paseo vivido. Contarles a los míos por donde estuve, y con una sonrisa limpiar la bici para que este preparada para el nuevo destino. Gracias a todo el grupo, son unos genios.

Florencia Osti