Reyes Magos de La Loma

Ojalá podamos sembrar algo de eso

Y así fue. Muy, muy emotivo, sensaciones insospechadas. Calzamos traje de Reyes, calor corporal y algo de corcho quemado. Recorrimos los dos extremos de la vida: por un lado los niños, que miraban a uno con la fe milagrosa de los ojos nuevos; por el otro los abuelos, que estaban decididos a volver a creer.
Recorrimos los centros y hogares de chicos, como estrellas. Y es que para esos ojos, eramos famosos, soñados. Una golosina o una foto, un juguete, se tradujo en un gesto inmediato de gracias, en una sonrisa, en un mirar hasta el fondo de la retina, para tratar de reconocer si es verdad eso que está ocurriendo.
Nuestro pastor guía, dio descanso a los renos y sacó la camioneta para pasearnos por la peatonal. Era lindo saber que nuestro paso generaba alegría por las calles, no solo a niños, sino a los niños que ya son adultos, y que juegan igual. Saludos, gritos de aliento, fotos con padres, con abuelos, mensajes a hijos, nietos, sobrinos. Fue magia en estado puro, imposible tratar de ver el truco.

Nos recibieron en cada hogar con una emoción hermosa; los que sabían y los que no, lo que creían y los que querían creer.
Un chico me salta encima, y me saca descoloca el turbante. ¡Lo sabía. Es un disfraz! -me grita. Si -le contesto- pero me lo prestaron los Reyes. Entonces creo que pasó ahí que, tácitamente, jugamos a creer. De eso se trata.

Una abuela me piropea y le sonrío más por vergüenza que por fanfarrón; charlamos un rato. Instantes después lo aprovecho a Simón, mi pequeño hermoso, que está dando vueltas con un payaso de tela para regalar, y lo acerco a la abuela. Ella se emociona y le pide un beso. Él, quien es un ser dado en las cuestiones sociales, le arrima la cara y le planta una sonrisa que la deja con ojos brillosos y sonrientes. En otra mesa, una abuela dice delante de Melchor: “Estos Reyes nunca nos fallan”.

Todas realidades duras y complejas, que guardan un restito de ilusión. Una ilusión que me permite saber ahora, que los Reyes existen.

Gracias inmensas por este espacio

Gonzalo LM