Si deseas algo fervientemente

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Fue un domingo 29 de noviembre del 2009, mi hijo Pablo y yo pedaleando por ruta 2 cerca de Etcheverry. Paramos a tomar agua en la entrada de un campo y otro ciclista se detiene empapado de sudor, agitadísimo y con una bici de carrera y una vestimenta envidiable. Le convidamos agua, dice no hacerle falta, señala nuestras MTB y me dice “Hay un grupo en La Plata que hace salidas para esas bicis, La Loma, buscalos en internet”, por algunos comentarios que me habían llegado, le pregunto si van por el campo y las vías abandonadas y me dice que sí, me doy vuelta para dejar mi caramañola en la bici y cuando vuelvo a mirar ya estaba a más de cien metros alejándose a toda velocidad. ¿¿…???
Al llegar a casa por supuesto que busqué en internet, los encontré y me maravillé con las fotos de las salidas por lugares que ni sospechaba que existían, y para mi sorpresa veo que todos los años hacen ”un cruce por Los Andes”!!!!. Hasta ese momento un amigo ciclista llamado Julio me hablaba de un cruce que él había hecho algún tiempo atrás y sin saberlo estaba sembrando la semilla de un sueño creciente e inimaginable. Aquellas fotos de Luis, Matías y algunos compañeros más me volvieron loquísimo, e inmediatamente mandé un mail como “Rubén de Quilmes” que fue respondido rápidamente con la invitación a pedalear con el grupo el siguiente domingo.
Ese domingo 6 de diciembre de 2009 pedaleé desde Quilmes para encontrarme con el grupo en el estadio, y desde ahí a la salida rumbo a Villa Elisa y Romero. Aparentaba ser un domingo más de bicicleta con nuevos amigos, pero no era así. No veía el momento de poder hablar con Luis acerca de mi deseo de participar en un cruce por Los Andes, cuando por fin puedo entablar una breve charla él me dice que ese año no iban a Los Andes sino a Calafate – Ushuaia, y al no conocerme, yo no podía ni pensar en participar (entre nos…”me echaron flit” jajaja”). Pero a los pocos meses y gracias a la invitación de Pepe Estevez, y con la compañía de Edith, Silvana y José Luis hice mi primer cruce de Los Andes en marzo del 2010, justo la semana posterior al terremoto del 28/02 en Chile. Recordar esa travesía ya me eriza la piel y me conmueve como si lo estuviera comentando por primera vez. Una experiencia increíble que me marcó, y que recuerdo junto al nacimiento de mis hijos y a mi casamiento como los sucesos más importantes de mi vida.
Luego de aquel cruce se sucedieron dos más con el grupo (2011 Aluminé-Aluminé, y 2012 El Bolsón-Esquel), y cada uno más hermoso que el anterior.
Mi historia con el grupo de casi 3 años se puede sintetizar así: Emoción, admiración, solidaridad y compañerismo. Personas queribles compartiendo domingos de salir a jugar nuevamente como cuando era pibe, solo que ahora en nuestras bicicletas. Ni más ni menos que en bicicleta!!
Ya estamos en preparativos del siguiente doble cruce, y sé que voy a estar ahí. No podría no estar, ni puedo imaginarme en mi casa sabiendo que mis amigos lo están haciendo. Y quienes me conocen saben que muchas de mis conversaciones se refieren a mis experiencias sobre cada travesía andina, y la importancia del grupo en cada una de ellas.
Cada domingo el grupo renueva la alegría en cada salida. Luis, Matias cuando puede, Luis El Pela, Marian, Diego, Julio, Augusto, Leo, Dani, Marcelos varios, Sandra, Norma, y muchos nombres más hacen de cada paseo algo especial e infaltable.

Si deseas algo fervientemente, el universo conspira para que puedas conseguirlo

Hace poco (10/07/2012) amaneció feo y decidí no ir a la salida a Buchanan, y aprovechar para llevar a mi hija a Lomas de Zamora a la reunión previa al bautismo de Bauti, mi primer nieto, que sería el sábado siguiente. Al volver de allí por la Av. Pavon y por Monteverde, vi a varios ciclistas pedaleando en una increíble mañana mutada a sol radiante, y no pude contener el deseo de ver a mis amigos y pedalear un rato, así que llegué a casa y casi desesperado enganche la bici en el auto y así como estaba (con zapatos y ropa de todos los días) partí hacia ruta 2, dejé mi auto frente a un almacén que hay en la 426 y ruta 2 y pedaleé al encuentro del grupo, que estaba mateando en la hermosísima estación de Buchanan. Apenas 15 kmts de bici, pero la alegría de compartir un nuevo encuentro con “Mi Grupo La Loma”, ese que antes apenas me conocía como Rubén de Quilmes, y ahora como “Rubén, del Grupo La Loma”.
Gracias “Loquillo”, así apodan a aquel ciclista que sin saberlo, paró una mañana en la ruta a cambiarle la vida a un desconocido. A veces, un pequeño gesto puede hacer una gran diferencia en la vida de alguien.
“Si deseas algo fervientemente, el universo conspira para que puedas conseguirlo” dice Paulo Coelho en su libro “El Alquimista” y “La Loma” forma parte de ese universo conspirador que me puso en el camino de mis sueños, y de hacerlos realidad. Hoy pasé de ser un ciclista solitario a uno rodeado de amigos; y en los tiempos que vivimos, hacer lo que nos gusta y de ese modo, representa un bien invalorable.