Tres ciudades con frescor
Hola, amigos:
Después de una noche terrible, el domingo amaneció no muy lindo… pero no llovía. Y eso ya era suficiente para salir a pedalear.
Salgo para Plaza Moreno y la veo a María Laura, luego de unos minutos salimos los dos para la estación donde nos estaban esperando el diariero, el que vendía churros y un perro flaco durmiendo en un rincón, luego se sumo Ernesto, Daniel y Lucio.
Les comento amigos que fue un paseo hermoso e improvisamos permanentemente, huella, sendero, caminos que encontrábamos allí ingresábamos, el pasado renacía en mi cabeza al pasar por lugares que fueron parte de mi infancia y juventud, mi Villa Arguello, la cancha de Gimnasia, villa cariño, las vías del tranvía, la costa del río, los frigoríficos y ese aroma a guano, la ansiedad de ver llegar la lancha que me llevaba a la isla donde di mis primeros pasos y mil cosas mas.
Justamente en estos días estaba leyendo un libro sobre la historia de los tranvías y entre las ultimas paginas una escritora platense llamada Susana De Luca escribió lo que yo en parte sentí este domingo.
Mi ciudad
Todo es perderse entre sus calles y vagar sin apuros
Acariciando ramblas, diagonales, los viejos adoquines, las plazas y todas las esquinas de nostalgia.
Todo es perderse entre sus calles, sumergidas en la loca algarabía del transitado centro,
Caminar con el hambre del pasado a orando tranvías.
Todo es perderse entre los sueños, volver al barrio de la infancia,
Perfumarse el alma con jazmines, y desde allí, desde la cuna suavizada de tilos,
Sentirse que siempre esta ciudad
¡Ha sido nuestra!
Amigos, muchas gracias por la compañía y por ser parte de mi historia.
Buena semana para todos.
Luis.