Escape a Correas

Bueno, el relato prometido…

Volví a casa con la sensación de que hay más mundo del que una supone conocer; la lluvia hizo crecer el ansia del debut… Anduve por última vez en bici, crucé mil veces la ciudad, en una Aurora de media carrera, regalo de abuela, durante mis veintipico de años, cuando era estudiante, casi una prótesis esa bicicleta. Después el título, el laburo, la pareja, los años, un bebé…el esfuerzo por mostrarle a él que vale la pena transitar esta vida…

Aquí y ahora, a mis 41, añorando las osadías de mi primera juventud, me encuentro con gente linda, aventurándose, bancando las turbulencias que implica estar en movimiento, dispuestos al encuentro, con todo lo efímero e intenso que el encuentro tiene… les agradezco la bienvenida.

Intercambié algunas páginas de vida con Guillermo y Virginia, con Sofía, con Liliana Arroyo, con Walter, con Luis, con un peli-largui, de quien no recuerdo el nombre, y de quien recibí el entusiasmo de sumar a mi familia a esta exploración vital, el flaco habló de un tal viajero que conoció a una del palo, que tuvieron un hijo, y pudieron parar lo mínimo necesario para su bebé, para terminar diseñando un trailersito y retomar su itinerancia con su hijo. Casi si filtro, así fue trasmitido a mi familia, tuve buen retorno, no sé cuándo, pero saldremos los tres.

Ya volviendo, me enteré de que casi no había principiantes, con razón se me complicó seguirles el tranco, y cuando quise socializar un poco mientras pedaleaba, me falto un toque de oxígeno, ja…

Espero encontrarlos en la próxima

Un saludo afectuoso,

Carolina.