La Balandra de Berisso

Relato de Mercedes

Domingo 12 de Septiembre de 2010

Querido Grupo:

Te escribo porque me han pedido que te cuente como me fue en el encuentro de hoy…

Te confieso que no veía la hora de romper con mi racha de ausencias a las salidas.

El domingo es mi día libre y el anterior fuimos con Fran (mi hijo) a pasear, así que este fin de semana me tocaba a mí, que mejor que salir a pedalear con amigos y comenzar la semana renovada.

Con un poco de culpa, creo que todos los padres al dejar a sus hijos la sienten y ese sentimiento perdura hasta que llegan nuevamente a sus casas para encontrarse con ellos, le di un beso a Fran que dormía profundamente en su camita y salí rápidamente para que no me invadan esos pensamientos…

Estaba un poco nerviosa, hacía mucho que no los veía y tenía que romper el hielo otra vez…vos sabes como soy yo con mi timidez…

Pero fue llegar y ver caras conocidas, retomar las charlas perdidas para ponerme al tanto de sus vidas…

Me llevé la sorpresa, por suerte, de ver a algunos que hace tiempo no veía, lo que me alegró mucho por supuesto y de ver gente nueva también que se sigue sumando a la partida.

fue un día de esos en los que no me importa nada, solo me dejé llevar y es por eso que las impresiones que pude retener son muy vagas…

Si sé que la propuesta era llegar a Berisso para presenciar la Fiesta de los Inmigrantes, se que el encuentro era a las 9:00 en 131 y 44, se que tomamos el camino Vacalín donde había mucho barro y que pedaleamos un buen tramo con el viento a contramano, se que íbamos a continuar por el camino de las cañas o del borracho pero desistimos por una cuestión de horarios, se que teníamos otra idea de la fiesta pero las rondas de mate con garrapiñadas calentitas en el puerto fácilmente lo compensaron.

Como corolario, pude ver entre tanta gente y en puntitas de pie, el barco cargado de “inmigrantes”. Lo que trajo a mi memoria fotos en blanco y negro y narraciones de mi abuela de cuando yo era más pequeña, contándome como sus padres (mis bisabuelos) llegaron desde Europa dejando a sus familias, para trabajar en el campo y forjarse un futuro mejor…

Cuando quise acordarme ya estaba otra vez con mi gordito que afortunadamente me encontró llena de felicidad…

Solo me resta decir, a los que todavía no se animaron a salir con nosotros, a los que están del otro lado, a los que siguen nuestras experiencias, recorridos y leen nuestros relatos, que se animen, que vengan, que no se van a arrepentir, van a hacer cosas emocionantes, van a hacerse de amigos, no importa la bici que tengas o si no tenes pedis prestado.

Porque afortunadamente, hoy puedo dar Fe que por este Grupo, a más de un año de mis comienzos, mi vida ha cambiado.

Mercedes


Relato de Rodolfo

Bendito barro, Bendito viento.

Después de la consabida vuelta por Arana, nos dirigimos a calle 7, justo en la terminación de esta, (Villa Garibaldi). La tomamos como retornando a La Plata y por ella transitamos apenas una cuadra. Luego doblamos a la derecha por un camino de tierra que serpenteando llaga a una bifurcación, a la derecha conduce a Bavio, mas precisamente a Vacalin, a la izquierda a la ruta 11.

Me detengo en este camino, para contar que allí comenzó la verdadera diversión de la salida.

De entrada barro, bendito barro que nos hace comenzar a jugar. Porque una salida, en el fondo es un juego en el que pueden participar niños, jóvenes y añejos.

Un resbalón, una caída y todos reímos. Uno que frena, el de atrás lo choca y todos reímos.

Una parada, miramos la bicicleta tapada de barro y todos reímos.

Y todos reímos, nos sentimos alegres, estamos jugando. Que importante es jugar cualesquiera se la edad.

La primer parada de reagrupamiento, fue sobre un puente de cemento, allí comenzamos a sentir los efectos del viento sobre nuestros cuerpos calientes.

Algunos beben agua o comen cereales o una banana. Los jóvenes charlan con las chicas, los viejos las miramos con un disimulo fingido, ellas lo saben, así es el juego.

Continuamos pedaleando, ahora sin barro, pero con viento transversal que por momento opone resistencia.

Llegamos a una tranquera lujosa, allí paramos nuevamente. Lo mismo, los chicos charlan, los viejos hacemos que miramos el horizonte, pero no, en realidad miramos a las damas y pensamos en lo viejo que estamos.

Este es el punto en que doblando a la izquierda, se llega a la ruta 11.

Aquí comenzamos a sentir el viento que con bastante fuerza sopla en dirección contraria a nuestro avance.

Bendito viento que nos hace sacar lo mejor de cada uno para poder vencerlo.

Llegamos a la ruta, nos reagrupamos, descansamos, comemos, bebemos, charlamos y miramos. Que viejos estamos.

Luego de un rato, retomamos el pedaleo ya sobre la ruta 11, como regresando a nuestra ciudad en busca del camino que une la ruta con la entrada a la playa llamada La Balandra.

Ya sobre este camino, la lucha contra el viento es dura pero lo vencemos con esfuerzo y corazón.

En el cruce de este camino y la ruta 15 que conduce a Berisso, volvemos a reagruparnos, descansamos, comemos, bebemos, charlamos y miramos. Que viejos estamos.

La ruta 15 es la continuación de la calle Montevideo, principal arteria de Berisso, por ella comenzamos a transitar hasta llegar al viejo swift .

En este lugar, algunos optan por comer un choripan y otros se dirigen a alguna parrilla para saciar su sed y su hambruna.

Particularmente emprendí el regreso a mi casa, acompañado por una coqueta arquitecta.

Hermosa salida.