Pereyra casi primaveral

Introducción
Bueno me acerqué a saludar a los chicos a Plaza Moreno y me entero de una mala: Hermes cortó cubierta, y la buena fue que se demoró solo unos minutos en cambiarla y aparecerse de nuevo.

Salimos retrasados y le empezamos a andar por trece, cruzamos por el distribuidor (“intercambiador” Pedro Benoit le pusieron al cartel, creo) y por Centenario derecho hasta la Shell de Vila Elisa.

En el camino, saludo de bienvenida a los chicos nuevos y una larga charla con uno de ellos (Sergio) sobre viajes y bicicletas, muy interesante. Durante un rato se nos empardó Enrique, que después se fue al encuentro del grupo que iba adelante.

Ya en el segundo punto de encuentro, un poco demorados, nos encontramos con el otro grupo ansioso por surcar el Pereyra.

El día…. espectacular. Estaban Luís el pela, Luís Naza, Fito y Cristian con su flamante bicicleta, entre otros chicos más que saludé al aire. La vista gorda daba unos veintipico de ciclistas.

Ya en momento de ingresar al parque, me despido y tomo por el centenario para regresar a La Plata con dos chicos que no conozco y que los encontré por ahí y le dimos pata hasta el distribuidor de nuevo.

Solo en un par de horas un domingo a la mañana, me he cruzado con por lo menos 100 ciclistas en el Centenario.

Saludos!!

Juan Matías

Relato de Gustavo

Junto con Matías se retira Enrique, quien tuvo la deferencia de acompañar al grupo hasta la entrada y desearnos una buena jornada (gracias Enrique!!!). No faltó el comentario: ¡¡¡A Enrique dale ruta!!!!, lo cual fue cierto dado que se prendió con otro de los avezados ciclistas y se perdió en el horizonte.

Ingresamos al parque por el camino de entrada, encolumnados detrás de Hermes quien ofició de guía durante todo el recorrido. Es un lugar mágico, donde se percibe otra realidad. Aún caía el rocío y el sol apenas se filtraba por la espesa arboleda. Solo se escuchaba el canto de los pájaros y la “música “ de nuestras máquinas.

Comenzamos por recorrer los caminos de lo que alguna vez fue uno de los jardines más bellos del país, luego por las picadas que otros ciclistas surcaron por la espesura de la vegetación que creció a su voluntad. Senderos que con sus curvas, subidas y bajadas, sirvieron para crear un clima de risas y diversión. Obviamente no faltó el barro, con el cual las bicis quedaron irreconocibles (y nosotros también). En algún momento de abstracción me pareció ver a un grupo de chicos chapoteando en el barro, ajenos al resto del mundo.

Al llegar a una gran hondonada, que había que atravesar a toda velocidad, Luís “El Pela” (otro “Maestro”) dijo: ¡¡¡Ni loco!!!, los espero en el árbol de cristal…

Al sortear ese escollo, continuamos por el sendero paralelo a un arroyo, en el casi me doy un bañito involuntario, y llegamos hasta en puente ferroviario. Descansamos un rato y seguimos por un camino rural, donde nos reencontramos nuevamente con Luís “El Pela”, quien a viva voz recriminó: ¡¡¡Cheee!!! ¡¡¡Me dejaron pagando!!! , nos olvidamos del pobre Luisito.

Volvimos a ingresar al parque, esta vez más tranqui por los caminos y llegamos a una antigua cava, donde algunos quisieron mostrar sus dotes de experimentados bikers. Menos mal que nadie saco fotos de eso!!!

Descansamos un rato, tomando unos buenos mates, en medio de una conversación amena que mantuvimos entre todos. Partimos luego a sacarnos la foto grupal en ese arbolote (tamaño baño).

Finalizando la recorrida, partimos saliendo del parque hasta la Shell, parada técnica y retomamos el Centenario de regreso.

Creo que descubrí el verdadero sentido del Grupo La Loma, no solo es andar en bici, sino también compartir gratos momentos en un clima de amistad, cordialidad, diversión, solidaridad, compañerismo, respeto, etc., etc.

Gracias a todos y hasta la próxima salida….

Gustavo Bórmida