TRES CIUDADES Y ALGO MAS…

Nos cuenta MIA.

Era un soleado día de primavera cuando nos reunimos en la Plaza Moreno, listos para iniciar nuestra emocionante excursión en bicicleta hacia la ciudad de Berisso. Nuestro grupo estaba compuesto por un variado conjunto de personalidades, cada uno con su propia historia y motivación para embarcarse en esta aventura.
Con nuestros cascos puestos y las bicicletas en perfecto estado, comenzamos a pedalear por la famosa Calle Nueva York, una vía emblemática que nos guiaba hacia nuestro primer destino. El ambiente estaba lleno de emoción y expectativa, mientras disfrutábamos del bullicio de la ciudad en pleno movimiento.
Sin embargo, nuestra travesía se vio interrumpida cuando Miguel, uno de los integrantes del grupo, hizo un descubrimiento desafortunado. Al darse cuenta de que había perdido sus preciados lentes de lectura, el semblante de preocupación se apoderó de su rostro. No podíamos dejarlo atrás en su búsqueda solitaria, así que un equipo táctico se formó rápidamente para regresar sobre nuestros pasos y tratar de recuperarlos.
Mientras tanto, en medio de la confusión y la agitación, perdimos de vista a Andrea y Antonio. Parecía que su entusiasmo los había llevado por un camino diferente al resto del grupo. Pero no pasó mucho tiempo antes de que nos diéramos cuenta de su ausencia y nos esforzamos por reunirnos nuevamente. Afortunadamente, logramos encontrarlos unos minutos después, aliviados de que no se hubieran alejado demasiado.
A pesar de nuestros esfuerzos, los lentes de Miguel no fueron encontrados. Ante tal pérdida, decidimos que se ofrecería una recompensa generosa para aquel que los encontrara. Después de todo, los lentes no solo eran una herramienta útil para Miguel, sino también un valioso recuerdo de sus viajes anteriores.
Después de resolver estos contratiempos, nos dirigimos al próximo punto de interés en nuestro itinerario: el impresionante Puente Giratorio de la ciudad de Ensenada. Admiramos su imponente estructura y nos maravillamos ante la ingeniería que permitía que el puente se abriera para dar paso a los barcos en el río. Fue un momento para apreciar la belleza y la funcionalidad de esta maravilla arquitectónica.
Con nuestros estómagos rugiendo, nos detuvimos para disfrutar de un merecido almuerzo. Recargamos energías en un acogedor predio del Fuerte Barragán, compartiendo risas y anécdotas mientras saboreábamos platos deliciosos. El ambiente amigable y la comida reconfortante nos permitieron relajarnos y disfrutar del momento presente.
Con el sol empezando a descender en el horizonte, nos despedimos de la ciudad de Berisso y emprendimos el retorno hacia nuestro punto de partida. Aunque el día había sido repleto de sorpresas y desafíos, no dejamos que eso empañara nuestra experiencia. Después de todo, cada día en la ciudad es una oportunidad para aprender, crecer y disfrutar de nuevas experiencias.
En resumen, nuestra salida en bicicleta fue un día lleno de giros y vueltas.

MIA