Honey and cookie oliden and something else…

Gonza dice esto:

Hace poco un runner medianamente conocido (Santiago García) destacó una frase que dice el protagonista en Cuenta conmigo (Stand by me): “Nunca volví a tener amigos como los que tenía a los doce años”.
(Luego, Santiago menciona algunas cosas que resultan ciertas; de modo que las robé y solo hice un enroque entre los conceptos de “correr” y de “andar en bicicleta”).
Sigue: Es verdad, a muchos nos pasó eso de no tener amigos como aquellos que tuvimos a los 12 años. Al menos hasta que nos sumamos a La Loma.
Son amigos para salir a jugar, para salir a pedalear, para llegar juntos (porque qué importa llegar si no llegan conmigo los que vienen atrás), para subir cuestas, para pasar horas charlando de un tema que no le interesa a nadie más que a nosotros, para compartir largos senderos donde hablamos de cosas buenas y cosas malas que nos pasan en la vida, para encontrarnos un poco en el silencio del que está al lado. Son amigos con los que te la pasás planificando cosas, cumpliendo sueños, disfrutando el cansancio, el frío, el barro, la lluvia. Se trata de compartir días y días juntos, de vernos seguidos y que se note cuando uno falta al punto de extrañarlo y buscarlo.

Esa clase de amistad, esa clase de juego, esa clase de felicidad es muy difícil de conseguir en el mundo adulto. Por suerte, amigos míos, está La Loma.

Pero hablemos mejor de la salida: fuimos a Oliden y el día nos atravesó de la mejor manera. Un grupo de estudiantes de medios audiovisuales (aka dirección de cine) nos siguió como sombra. Hubo magia y pasaron cosas (o pasarán) que si las cuento no las creerían. Mejor muevan lo que hay que mover y aparezcan con una bici en el próximo punto de encuentro; ya lo dijo Wimpi: “la felicidad no está al final del camino, es el camino”.

GONZALO L.M